Carmen - Ópera

La ópera Carmen se ambienta en España, Sevilla y la campiña andaluza, a inicios del siglo XIX.

ACTO I:
Unos soldados montan guardia. El brigadier Morales ve llegar a una joven de pelo dorado: es Micaela, que busca a su prometido, el brigadier Don José. Morales anuncia a Don José que una «hermosa chica ha venido preguntando por él», y que volverá. El teniente Zúñiga, nueve en la provincia, pregunta a Don José qué sabe del edificio situado al otro lado de la plaza. Se trata de una fábrica de tabaco, en la que sólo trabajan mujeres. Suena la campana. Es la hora del descanso para las cigarreras de la fábrica. Una operaria, la más esperada de todas, no tarda en aparecer: es Carmen, y todos los hombres la festejan. Ella se fija en Don José, lo aborda y entablan una breve conversación. Llega Micaela y anuncia a Don José que viene de parte de su madre. Ella le envía una carta en la que le aconseja casarse con la portadora de la carta, porque «no hay ninguna mejor y más gentil». Se produce un gran altercado en las puertas de la fábrica. Carmen se ha burlado de una operaria, que la ha agredido, y Carmen le ha arañado el rostro con un cuchillo. Zúñiga interroga a Carmen y la hace arrestar. Don José será el encargado de llevarla a prisión. Carmen comienza a seducir a su amable guardián. Finalmente convence al brigadier de que la deje huir, y logra escaparse.

ACTO II:
Dos meses más tarde, unos oficiales se encuentran en la taberna de Lillas Pastia, notorio punto de reunión de contrabandistas, donde se encuentra Carmen cantando. También está el teniente Zúñiga, que informa a Carmen de que Don José fue degradado y arrestado por haberla dejado huir y que acaba de cumplir el castigo.
Aparece Don José, que ya ha salido de prisión, y manifiesta a Carmen el amor por ella. La corneta suena, y Don José debe volver a la unidad. Carmen le pide que si quiere dar pruebas de un verdadero amor tendrá que seguirla en compañía de los contrabandistas. Pero para Don José, esto significa la vergüenza y la infamia de desertar, y por un momento decide abandonarla. En ese instante llega el teniente Zúñiga, quien entra forzando la puerta. Quiere echar a Don José por relacionarse con Carmen. Don José, enfurecido, desenfunda la espada. Los contrabandistas inmovilizan y desarman a Zúñiga y deciden retenerlo durante un tiempo. «¿Eres ahora de los nuestros?», pregunta Carmen a Don José, quien responde: «no tengo más remedio». Carmen, las gitanas y los contrabandistas prometen a Don José una vida llena de libertad.

ACTO III:
Estamos en la montaña, donde está el campamento de los contrabandistas. Carmen y Don José discuten. Ella dice que su amor ya no es como antes. Don José piensa en su madre y Carmen le aconseja que se vaya, porque decididamente no está hecho para este tipo de vida. Los contrabandistas ponen en marcha la operación cuando, de repente, acompañada de un guía, Micaela llega al campamento. Don José, que hace guardia, dispara a un desconocido, pero falla. Es Escamillo, el torero, quien explica a Don José que viene a encontrarse con Carmen, porque según le han dicho ya no ama al soldado que hizo desertar. Ambos hombres se pelean en una lucha a cuchillo. Escamillo resbala y cae. Cuando Don José está a punto de herirle, entra Carmen y se lo impide. Aparece Micaela, que ha venido a buscar a Don José, porque su madre está a punto de morir. Carmen anima a Don José a irse, pero la idea de dejar el campo libre a un nuevo amante es insoportable para Don José. Finalmente, Don José se va pero promete a Carmen que volverán a verse.

ACTO IV:
Una plaza en Sevilla, frente a la Plaza de Toros. Los vendedores ambulantes ofrecen sus mercancías. El teniente Zúñiga se extraña de no ver a Carmen. De repente se produce la espectacular entrada de la cuadrilla de los toreros, que cierra Escamillo acompañado por una Carmen radiante. Aparece Don José y, al ver a Carmen, le suplica empezar una nueva vida, proclamando su amor por ella, pero Carmen lo rechaza. Don José, cegado por la ira, la apuñala mortalmente. En ese momento, Escamillo sale triunfante, mientras el público entusiasta le vitorea